martes, 4 de diciembre de 2012

El Navegante Interior (Jesús Zatón)



¡Terrible destino el de los náufragos!

Desarbolado, escapa el día

hacia traslúcidos lugares,

y el embravecido mar,  bajo la quilla

arroja, indiferencias, tedios,

estériles cuerpos sin luz

que les habite.


Allí son labio,

mano que arremete,

cráneo  donde lo inerte

muestra sus pupilas. Inútil

aferrarse a los tenues brillos

de los últimos faros.


¡Terrible destino el de los náufragos!


Resbalar, siempre resbalando

en dirección opuesta

al corazón pleno.





2 comentarios:

Margari dijo...

¡Qué intenso! Me gustan los tres últimos versos. Gracias por compartir el poema y descubrirme a un nuevo poeta.
Besotes!!!

Anónimo dijo...

Vengo del blog de meumundoempretobranco de y me ha encantado tu Rincón; por lo cual, si no te importa, me gustaría ser seguidor de tan bello Espacio, como es el Tuyo.
Un abrazo.