miércoles, 29 de octubre de 2014

El Encubridor (Julio Cortázar)


Ese que sale de su país porque tiene miedo,
no sabe de que,
miedo del queso con ratón,
de la cuerda entre los locos,
de la espuma en la sopa.
Entonces quiere cambiarse como una figurita,
el pelo que antes se alambraba
con gomina y espejo lo suelta en jopo,
se abre la camisa, muda de costumbres,
de vino, de idioma.
Se da cuenta, infeliz, que va tirando mejor,
y duerme a pata ancha.
Hasta de estilo cambia,
y tiene amigos que no saben su historia provinciana,
ridícula y casera.
A ratos se pregunta como pudo esperar
todo ese tiempo
para salirse del río sin orillas,
de los cuellos garrote,
de los domingos, lunes, martes, miércoles y jueves.
A fojas uno, si, pero cuidado:
un mismo espejo es todos los espejos,
y el pasaporte dice que naciste y que eres
y cutis color blanco, nariz de dorso recto,
Buenos Aires, septiembre.
Aparte que no olvida,
porque es arte de pocos,
lo que quiso,
esa sopa de estrellas y letras que infatigable comerá
en numerosas mesas de variados hoteles,
la misma sopa, pobre tipo,
hasta que el pescadito intercostal
se plante y diga basta.
Antes, después
como los juegos al llanto
como la sombra a la columna
el perfume dibuja el jazmín
el amante precede al amor
como la caricia a la mano
el amor sobrevive al amante
pero inevitablemente
aunque no haya huella ni presagio

aunque no haya huella ni presagio
como la caricia a la mano
el perfume dibuja el jazmín
el amante precede el amor
pero inevitablemente
el amor sobrevive al amante
como los juegos al llanto
como la sombra a la columna

como la caricia a la mano
aunque no haya huella ni presagio
el amante precede al amor
el perfume dibuja el jazmín
como los juegos al llanto
como la sombra a la columna
el amor sobrevive al amante
pero inevitablemente.




Sin Poesía (Alfredo Lavergne)


Al cabo de un tiempo
el pasado sumiso gira sin morder la cola
El espino se corona de cuarzo de sien
Los relámpagos de tejidos mudos
Las hojas son aire que se estremece
El espanto quiebra el báculo de la huella
Las patas de conejos raspan espejos
El trópico pierde en sus mandíbulas
Los frutos arrastran el tronco al monte
Cenan las piedras en el pozo de los niños
Las uñas de las plumas hacen cortacircuito
El arco del verbo pasa por el filo del clavel
Las bocas piden un bien a los traspiés
Las guaridas entregan los ríos perdidos
Los colores gimen en los polos
El bostezo cava la sed en la iguana
El celo galopa en el sol.

Se cumple la profecía de las 9.01 horas.

Sin poesía, la humanidad agoniza.
Primero mueren los poetas.
Tardíos y solitarios
los dioses se echan al hombro
las máscaras.

Sin poesía,
la humanidad agoniza
y la mujer que amamos da a luz otro amor.



miércoles, 22 de octubre de 2014

Cuando Estuve En El Mar Era Marino. (Jaime Sabines)



Cuando estuve en el mar era marino
este dolor sin prisas.
Dame ahora tu boca:
me la quiero comer con tu sonrisa.

Cuando estuve en el cielo era celeste
este dolor urgente.
Dame ahora tu alma:
quiero clavarle el diente.

No me des nada, amor, no me des nada:
yo te tomo en el viento,
te tomo del arroyo de la sombra,
del giro de la luz y del silencio,

de la piel de las cosas
y de la sangre con que subo al tiempo.
Tú eres un surtidor aunque no quieras
y yo soy el sediento.

No me hables, si quieres, no me toques,
no me conozcas más, yo ya no existo.

Yo soy sólo la vida que te acosa
y tú eres la muerte que resisto.




Maneras de Escuchar un Blues (Vicente Gallego)



Es hermosa esta noche en que estoy solo,
y fumo, y he dejado
en penumbra la casa mientras suena
un dulce y triste blues,
un blues tan triste y dulce como otros.
Nada en mí, ni en la noche, ni en la música,
se diría especial, y sin embargo
existe algo muy hondo en esas cosas
que parecen sencillas:
una extraña grandeza que no acaba
de ser exaltación, tragedia, paz,
pero que es todo eso, y es también
un sentir claramente
que para que esto ocurra ha sido necesario
apurar estos años, acumular recuerdos,
haber ganado
y haber perdido tantas cosas.
Para que este piano suene así,
para temblar así con esta música,
ha sido necesario
ir llenándola poco a poco
de belleza y de daño, ir llenándola
con nuestra propia vida, para que se parezca
a nuestra propia vida, y suene así:
tan insignificante
y tan grande, tan triste, tan hermosa.





sábado, 11 de octubre de 2014

53. (Roberto Juarroz)



Tengo las uñas sucias de alma
y el corazón parlamentando con los trenes. 

Cuando des vuelta del todo la cabeza,
excavaré un lugar entre tu nombre y el tabaco
para guardar la vida de mi muerte.


Y empezaré a limpiarme bien las uñas,
hasta que los trenes se paren
y tu cabeza dada vuelta
comience la tarea de agacharse.


Entonces, yo le pondré bordes a tu muerte,
por nada, por las dudas,
por si quieres tomarte de algo
o simplemente mirarme.



La Lluvia. (Elena Martín Vivaldi)



¿Cómo sería la lluvia
si no fuera de aroma,
de recuerdo,
de nube,
de color
y de llanto? 


¿Cómo se oiría la lluvia,
si no brillara intensa,
pálida,
azul,
violeta,
relámpago,
arco iris
de olores y esperanzas? 


¿Cómo daría la lluvia su olor,
su gris perfume,
si no fuera aquel ritmo,
aquella voz,
el canto,
eco lejano,
el viento,
una escala de ensueños? 


¿Cómo sería la lluvia,
si no fuera su nombre?