jueves, 28 de mayo de 2015

Baluarte. (Antonio Cubelos Marqués)



Alguien puso
estas piedras aquí. Asúmete. No digas
que hubo error o no hay verdad.
Alguien
fracturó la piedra, la hizo paisaje,
madre, casa, hogar. Luego,
con los años palmeras. Una cerveza fría.
Ahora no te culpes, que no tiemble
tu paso, el firme
irregular bajo tus pies.
Pues has tomado altura ves el mar.
Aquí
has bendecido el aire o has de hacerlo.
Bellver no dice nada, oculto entre los árboles.
Con los años, serás tú mismo casa
-paisaje, hogar- , serás ocio
de otros. Serás piedra
cristalizada: no hay intimidad
que juzgue tu paisaje;
el baluarte que es
tal transparencia.




Imagen: Jasmina Alaoui.

domingo, 17 de mayo de 2015

Ahora escribo pájaros (Julio Cortázar)



Ahora escribo pájaros.
No los veo venir, no los elijo,
de golpe están ahí, son esto,
una bandada de palabras
posándose una a una
en los alambres de la página,
chirriando, picoteando, lluvia de alas
y yo sin pan que darles, solamente
dejándolos venir. Tal vez
sea eso un árbol
o tal vez
el amor.
Anoche te soñé
sacerdotiza de Sekhmet, la diosa leontocéfala.
Ella desnuda en pórfido,
tu tersa piel desnuda.
¿Que ofrenda le rendías a la deidad salvaje
que miraba a través de tu mirada
un horizonte eterno e implacable?
La taza de tus manos contenía
tu libación secreta, lágrimas
o tu sangre menstrual, o tu saliva.
en todo caso no era semen
y mi sueño sabía
que la ofrenda sería rechazada
con un lento rugido desdeñoso
tal como desde siempre
lo habías esperado.
Después, quizá, ya no lo sé,
las garras en tu seno
colmándote.
Nunca sabré porqué tu lengua entró en mi boca
cuando nos despedimos en tu hotel
después de un amistoso recorrer la ciudad
y un ajuste preciso de distancias.
Creí por un momento que me dabas
una cita futura,
que abrías una tierra de nadie, un interregno
donde alzanzar tu minucioso musgo.
Circundada de amigas me besaste,
yo la excepción, el monstruo,
y tú la transgesora murmurante.
Vaya a saber a quién besabas,
de quién te despedías.
Fui el vicario feliz de un solo instante,
el que a veces encuentra en su saliva
un breve gusto a madreselva
bajo cielos australes.
Quisiera ser Tiresias esta noche
y en una lenta espera boca abajo
recibirte y gemir bajo tus látigos
y tus tibias medusas.
Sabiendo que es la hora
de la metamorfosis recurrente,
y que al bajar el vórtice de espumas
te abrirías llorando,
dulcemente empalada.
Para volver después
a tu imperioso reino de falanges,
al cerco de piel, tus pulpos húmedos,
hasta arrancarnos juntos y alcanzar abrazados
las arenas del sueño.
Pero no soy Tiresias,
tan sólo el unicornio
que busca el agua de tus manos
y encuentra entre los belfos
un puñado de sal.
No te voy a cansar con más poemas.
Digamos que te dije
nubes, tijeras, barriletes, lápices
y acaso alguna vez
te sonreíste.

 

sábado, 16 de mayo de 2015

Poema CLIX (Ana María Navales)




Olvídate de los años,
de las puertas que no se abren,
de los veleros fantasmas
que no saben su destino.
No te preguntes de dónde te nace
esa rabia que ves en el espejo,
ni se te ocurra mirar
hacia el valle del futuro.
Deja que duerman tranquilos
la mentira y los miedos
que se albergan en la mente.
Y arroja por la ventana
los demonios sin piedad
que a veces se quedan quietos
como espías apostados
en la esquina de tu calle.
Si nada de esto te sirve
cuando al despertar te ahogas
y has roto ya el puñal
que alguien clavó en tu espalda,
sólo me queda decirte
adiós … y paciencia, hermano.






miércoles, 8 de abril de 2015

Para No Tener Miedo (Noemí Vico García)

El día que tus labios se transformaron en una pregunta decidí esconderme en el hueco de tu clavícula para no tener miedo. Porque desde allí no tenía que aguantar el frío que había inundado tus ojos, porque desde allí no podías verme cuando mirabas hacia tu ombligo.
 
Aunque estábamos en mayo, cuando me quise dar cuenta, había nevado dentro del salón de casa y te habías puesto una bufanda muy gruesa con la que no podía respirar cerca de tu cuello. Me pasé noches apuntalando a escondidas todas las puertas y ventanas mientras dormías pero tenía tan poca fuerza que siempre me quedaba algún resquicio por el que entraba un viento que silbaba taladrando mis oídos.
 
Para no tener miedo(de ti) me hice experta en jugar a ser invisible viviendo acurrucada bajo tu cuello. Mis huesos se habían vuelto transparentes para que pudieras mirar a través de ellos y había borrado mis huellas dactilares para no reconocerme.
 
De pequeña me dijeron que los monstruos vivían debajo de mi cama así que para, no tener miedo, yo metí a los míos dentro...
 
 
 
 

Lluvia (Juan Gelman)



hoy llueve mucho, mucho,
y pareciera que están lavando el mundo
mi vecino de al lado mira la lluvia
y piensa escribir una carta de amor/
una carta a la mujer que vive con él
y le cocina y le lava la ropa y hace el amor con él
y se parece a su sombra/
mi vecino nunca le dice palabras de amor a la
mujer/
entra a la casa por la ventana y no por la puerta/
por una puerta se entra a muchos sitios/
al trabajo, al cuartel, a la cárcel,
a todos los edificios del mundo/ pero no al mundo/
ni a una mujer/ni al alma/
es decir/a ese cajón o nave o lluvia que llamamos así/
como hoy/que llueve mucho/
y me cuesta escribir la palabra amor/
porque el amor es una cosa y la palabra amor es otra cosa/
y sólo el alma sabe dónde las dos se encuentran/
y cuándo/y cómo/
pero el alma qué puede explicar/
por eso mi vecino tiene tormentas en la boca/
palabras que naufragan/
palabras que no saben que hay sol porque nacen y
mueren la misma noche en que amó/
y dejan cartas en el pensamiento que él nunca
escribirá/
como el silencio que hay entre dos rosas/
o como yo/que escribo palabras para volver
a mi vecino que mira la lluvia/
a la lluvia/
a mi corazón desterrado/




sábado, 28 de marzo de 2015

Ángulo Cero (Alexis Díaz Pimienta)


Las esquinas siempre fueron lugares difíciles,
podios hacia la nada, vértices.
El más conocedor de las esquinas
alguna vez equivocó las flechas
y dobló hacia sí mismo.
Una esquina terrible y una esquina feliz
sólo se diferencian en los ojos
del hombre que la cruza
o en las manos de quien regresa del utópico
otro lado de la esquina. 


Los peatones reflexionan en la esquina
sobre la eternidad del próximo paso.
Los cojos se detienen, los ciegos se detienen,
los ancianos miden el día
por las esquinas que descuentan,
las novias no aceptan que las citen
si no es en cierta esquina
(un mismo novio en cada esquina
de la ciudad es otro.)
Los perros orinan mejor en las esquinas.
Los gorriones, con migajas y esquinas son felices.
Los suicidas nacen en las esquinas.
Los divorciados lloran.
Los locos sueltan la risa como un conejo mágico. 


El mundo es sólo eso: una esquina redonda.
Y el universo un dédalo de esquinas mal trazadas
con transeúntes extraviados e inermes. 


Todo tiene su esquina engañosa:
los edificios, los árboles, las hembras,
las canciones de amor, las corbatas de uso,
la misa, el eco, el pan intacto:
todo tiene su esquina para caerse boca arriba. 


Y hubo épocas de esquinas incendiarias,
esquinas de rituales, de suplicios, de adulterios.
Y hubo héroes de esquina, santos de esquina,
ídolos y líderes con una esquina al hombro.
Y, finalmente, todos somos
una esquina de tiempo: 


un infinito cruce de fechas alternas.



21 Gramos. (Noemí Vico)



Mi alma nunca se resignó a su suerte,
porque, desde allí, 
no podía conseguir nada
y yo quería intentar todo
(al menos, intentarlo...)

Perseguir un sueño
me oscureció las ojeras,
(pero no las intenciones).
Y del abismo de mis tacones,
tengo un recuerdo en la rodilla izquierda
(que no impide que avance firme).

Por el peso de mis inseguridades y miedos
trabajé mucho más que cualquiera,
y eso me ayudó a encontrar oportunidades en todas partes
(y a perder otras muchas por sentirme pequeña).

Me hicieron daño,
pero yo también lo hice alguna vez.

La primera persona a la que quise
no se despertó una mañana cuando tenía 30 años
(así que aprendí a no callar sentimientos).
Por la segunda, lloré los 365 días de un año
(y alguno más)
porque querer ser feliz me ponía muy triste.
La tercera, me marcó
su forma de quererme
(y odiarme al mismo tiempo).

Es que eres mujer...
Es que eres muy joven...
Es que eres muy mayor...
Es que eres muy sensible...
Es que tienes la mirada triste...
Es que se te ve venir...
Es que no sé que te pasa...
Es que no tienes experiencia...
Es que tienes demasiado experiencia...
Es que tu apariencia... 
Es que tenías que haber hecho esto...
Es que tenías que haber hecho lo otro...
Es que se te nota el miedo...
Es que tienes alas...

Fui un blanco fácil
(demasiadas veces).

Criticar desde otros zapatos es sencillo,
ni siquiera hace falta talento para ello.


Todos estos gramos tiene mi alma... 




domingo, 15 de marzo de 2015

Desde que te conozco (Diego Ojeda)



Desde que te conozco
me tiembla el pulso al escribir mi nombre.
Desde que te conozco
tengo mi corazón asegurado a todo riesgo.
Desde que te conozco
me como la vida a suspiros,
y vuelan cometas
donde ayer había plomo y anzuelos.
Mirarte es ver mi futuro en capítulos.

Todo esto ocurre desde que te conozco,
porque antes de conocerte
vivía cada día esperando la noche siguiente,
entraba en algunos cuerpos
buscando la puerta de salida,
y a diario me daba de ostias con mi pasado.

Viviendo deprisa, perdí mucho tiempo,
y entre el humo de mi propia sombra
era imposible mirar con claridad a ninguna mujer.
Fui un hombre de paso
en medio de ningún lugar.

No sé de que manera entraste
porque yo no abrí ninguna puerta,
mis candados estaban cerrados,
y aunque en mi memoria
hacia menos frío que en tu vida
derretiste con tu vientre
el iceberg de mi cama.
Me cacheaste el alma con la mirada
y con las manos en voz baja
me quitaste de encima la tristeza

Desde que te conozco tengo alas,
porque tú me enseñaste como usarlas.


(pertenece al libro Mi chica revolucionaria)



 

Recordar con Precaución (Carlos Salem)



(Retirar los cristales de las fotos)
Que el tiempo oxide los dolores,
que las sonrisas ausentes se corrompan,
y los niños repeinados envejezcan
absortos
como nosotros.

(Retirar los cristales de las fotos)
Que quien amábamos más que a nuestra sombra
se vuelva poco a poco la sombra de una sombra.
Que los otoños se acumulen
en esa estampa un verano
que duró el tiempo de un disparo de ojos rojos.

(Retirar los cristales de las fotos)
Que nuestros muertos se vayan del todo
con sus trajes anacrónicos.
Que el niño asustado que fuimos
crezca o se suicide o ambas cosas
pero lejos de los focos.

Que aquellas vacaciones fabulosas
no fueron mas que dos polvos mal echados en la playa
y ella habrá engordado por lo menos 20 kilos
de matrimonio y felicidad con hipoteca.

(Retirar los cristales de las fotos)
Que aquel mejor amigo para siempre
lleva años son devolverte las llamadas.
Y ese grupo de compañeros de trabajo
hoy solo se cruzan sin saludarse
en la cola del paro.

Que la revolución no la hicimos ninguno
de los que posamos a la salida de esa fabrica.

Que ya no tienes ni extrañas esa melena de rizos
que te daba el aspecto de un caniche
un poco malo.

Que ese bosque se ha convertido en un desguace
para coches que nunca fueron a ningún lado.

Que todas esas mujeres
ya
no
se
acuerdan
de
tus manos.

(Retirar los cristales de las fotos)
No vayas
a cortarte
con tu vida.



 

jueves, 12 de marzo de 2015

Rayuela (Alfonso Brezmes)



Encontré a la maga.

Pero lo que ella no sabe
es que yo también sé
desaparecer de pronto
sin una sola palabra.

Claro que por si acaso,
por si ella vuelve
y yo ya me he ido,
decidle que mire bien,
que meta toda la mano,
y el cuerpo si es necesario,
hasta el último pliegue
del fondo de mi sombrero.

A ver si descubre allí,
en ese país que existe
solo al final del cuento,
y a donde van cayendo
una por una todas
las magas, quién era
en realidad el mago.



Imagen: Christian Schloe

El Enamorado (Benjamín Prado)


 
Para poder mirarla es necesario
ver la verdad que vive dentro de cada cosa:
saber que las espigas
son las piezas de una paloma verde;
que en el verbo agrietar puede escucharse
el corazón del tigre:
que del poema roto caen los pétalos blancos
de la flor de la duda.

Si admites todo eso,
si sabes escribir "de los ojos del cínico
caen lágrimas que son sílabas de una ciénaga"...
si le puedes llamar a las gaviotas
"nieve viva,
oleaje del cielo"...
tal vez sabrás qué ves cuando la mires.

Si quieres describirla,
te hará falta buscar dentro del diccionario
un idioma salvaje,
palabras que se dejen escribir
como fieras que acceden a ser acariciadas.

Encuentra un adjetivo que la diga
"de donde tú te vas, se incauta el hielo"
y sabrás explicar lo que es estar con ella.

Yo que dormí con restos de la luna en las manos
después de acariciarla:
que he aprendido en su boca el sabor de la luz
y en su pelo el lenguaje de las enredaderas,
aún no voy a aclarar nuestro misterio.



Antología y Poemas del Suburbio, 1954 (Gloria Fuertes)




Gloria Fuertes nació en Madrid
a los dos días de edad,
pues fue muy laborioso el parto de mi madre
que si se descuida muere por vivirme.
A los tres años ya sabía leer
y a los seis ya sabía mis labores.
Yo era buena y delgada,
alta y algo enferma.
A los nueve años me pilló un carro
y a los catorce me pilló la guerra;
a los quince se murió mi madre, se fue cuando más falta me hacía.
Aprendí a regatear en las tiendas
y a ir a los pueblos por zanahorias.
Por entonces empecé con los amores
-no digo nombres-,
gracias a eso, pude sobrellevar mi juventud de barrio.
Quise ir a la guerra, para pararla,
pero me detuvieron a mitad del camino.
Luego me salió una oficina,
donde trabajo como si fuera tonta
-pero Dios y el botones saben que no lo soy-.

Escribo por las noches
y voy al campo mucho.
Todos los míos han muerto hace años
y estoy más sola que yo misma.
He publicado versos en todos los calendarios,
escribo en un periódico de niños,
y quiero comprarme a plazos una flor natural
como las que le dan a Pemán algunas veces.




sábado, 7 de marzo de 2015

Sueño (Fernando Valverde)



Hoy has vuelto a mirarme
con esos ojos tuyos de mi infancia
que me han amado tanto.

No podía tocarte.

Son complejos los sueños.

Lloraba la certeza de que todo acababa.

Conocía el final
y los ojos que estaban frente a mí
no temblaban de miedo al ver mi llanto.

Me miraban tranquilos,
no se desconcertaban,
clavaban su ternura en mi fragilidad
y en su honda distancia
no querían sellar la despedida.

Me persiguen tus ojos,
no sé si están en mí
o si quieren decirme que el sueño ha terminado.




Ahora (Malinowski)



Ahora es el momento de hacer lo que más quieres.
No esperes al lunes, ni esperes a mañana.
Que no aumente ante ti la caravana
de sueños pisoteados. Ya no esperes.

No reprimas por miedo o cobardía.
No postergues la vida con más muerte,
y no esperes más nada de la suerte
que no hay más que tu tesón y tu energía.

Si tu sueño es hermoso dale forma
como esculpe el arroyo la ribera;
como el viento que vive y se transforma.

Y para que todo resulte a tu manera,
redacta para ti mismo tu norma
y convierte tu otoño en primavera.



Arte Poética (Juan Gelman)



Entre tantos oficios ejerzo éste que no es mío,
como un amo implacable
me obliga a trabajar de día, de noche,
con dolor, con amor,
bajo la lluvia, en la catástrofe,
cuando se abren los brazos de la ternura o del alma,
cuando la enfermedad hunde las manos.

A este oficio me obligan los dolores ajenos,
las lágrimas, los pañuelos saludadores,
las promesas en medio del otoño o del fuego,
los besos del encuentro, los besos del adiós,
todo me obliga a trabajar con las palabras, con la sangre.

Nunca fui el dueño de mis cenizas, mis versos,
rostros oscuros los escriben como tirar contra la muerte.