Te he traido la lluvia
para que reconozcas
mi delirio de mordiscos
y negras abejas,
para que tú descifres
esas puertas siempre llavadas
en que derramo renuncias
y declaro recuerdos,
para que me hagas alivio
en este revoloteo de hiel
y escaleras,
en este desconocer encuentros,
engaño de papeles sucios y voraces.
Debes perdonar, amor,
mi habitación está revuelta
y mutilada....
todas las cerraduras indescifrables (el desorden me hizo sitio)
el óxido de mis ventanas
Debes perdonar
mi inconstancia de ave,
mi colección de denuncias y alfombras oscuras
llenas de tiempo adormecido
y secretos
Debes perdonar, amor...
pero
ahora mismo
equilibro mis pasos al orden...
Ya debes saber,
lo inventé todo para traerte.
No debí molestarte,
pero
empezaba a ser solo
en el desconcierto de tabaco y cafés
y la hora de la lluvia me sorprendió.
Debes perdonarme, amor,
perdí mis mapas
entre las piedras del río
y no sabía volver.
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