Se sintió desplazada por ese dedo que, sin juicio ni palabras, la puerta señalaba. Privada su defensa de grandes impiedades, jugados su destino, su honor y su imagen, de pie y sin moverse, pronunció este relato:
En mi vida, hay tres Valores que no son negociables: mi Fe, mi Dignidad y mis Afectos.
Esta es la trenza que voy entretejiendo a medida que va surgiendo cada situación, cada paso en el camino.
No es fácil encontrar un equilibrio, a veces esa trenza se afloja en un extremo, se tensa en el otro, y para colmo yo, ni astuta ni atenta, suelo descuidarla, y a veces se enreda.
La amarro firmemente, la tomo, la entrecruzo, y puedo ver que cuando sostengo a una, las otras se acomodan, se amoldan, se adaptan, y así puedo experimentar lo bella que puede ser la vida en armonía, de una trenza bien armada, con lucha y sacrificio: los hilos conductores que enlazan mis acciones, la trenza de mi vida: Mi Escala de Valores.
Y sin mediar más palabras, se fueron sus tacones.
(Es que una persona justa, no acepta Sentencia Previa, de quien con tirana soberbia, se erige como juez).